martes, 16 de octubre de 2012

AMARANTE




 No se sabe a ciencia cierta cuáles son los orígenes de Amarante. Se dice que la fundó un centurión romano de nombre Amarantus. Lo que es seguro es que en el siglo XIII pasó por aquí, llegado desde Jerusalén, un monje con fama de santo, S. Gonçalo. Se convirtió en el patrono de la ciudad.


Visitamos la iglesia y el convento de S. Gonzalo, un conjunto arquitectónico imponente, que visto del otro margen del río impresiona. Allí reposa el patrono de la ciudad y santo casamentero.


Empezó a llover y nos metimos en un Museo que lleva el nombre de uno de los hijos ilustres de la tierra, el pintor Sousa Cardoso: fue amigo de Modigliani y de los Delaunay.
























Corre por el corazón de la ciudad realzando el pintoresco conjunto urbano que se levanta a sus orillas. A lo lejos, se avista la silueta imponente de la Sierra de Marão.







A medio del puente de granito, obra maestra de la ingeniería civil barroca, en donde una serie de balconcillos circulares le invitan a sentarse a contemplar la ciudad y el río que pasa, una pequeña placa toda oxidada, indica río Támega: es un afluente del Duero.










Las isletas de arena, en el medio del río, y las barcas, le llaman gaviotas, y las piraguas, dan una imagen romántica al entorno. 


Sentados en aquellas terrazas a orillas del río, a la sombra de los verdes sauces y alisos, tiene que ser algo muy placentero y más degustando los famosos dulces de Amarante: los 'papos de anjo', las 'brisas' del Támega, o las pastas de S. Gonçalo.


 Pero teníamos que seguir nuestra ruta.
Han quedado las fotografías como recuerdo, para nuestro deleite.

 Todo lo que rodea Amarante es naturaleza, que pudimos comqrobar al subir el Marão.






lunes, 1 de octubre de 2012

MUSEO DE CIENCIAS NATURALES




En este Museo se pueden contemplar importantes materiales científicos, colecciones paleontológicas, malacológicas y de Historia de la Ciencia.
La exposición se completa con diversos audiovisuales de contenido científico muy amenos y de gran calidad pedagógica. Concebido como un museo altamente didáctico, ofrece también interesantes módulos interactivos, organiza exposiciones temporales, así como ciclos de conferencias en los que se combina rigor y amenidad.



El origen del Museo de Ciencias Naturales de Valencia se remonta a finales del  Siglo XIX, cuando José Rodrigo Botet donó a la ciudad de la más importante colección paleontológica del Cuaternario de América presente en Europa, de una extraordinaria calidad científica y museística.  Después de llegar la colección a Valencia, sufrió varios traslados, se mostró al público por primera vez en 1902, con motivo del IV Centenario de la Universidad y se acabó por instalar “provisionalmente” en el edificio del Almudín, donde en 1907 se abrió en este edificio el primer Museo Paleontológico de Europa que, a pesar de la provisionalidad de la instalación, albergó la colección durante más de 80 años.
Este Museo, sufrió diversos avatares y tres traslados, (desde el Almudín, se trasladó en 1990 a la Sala de Exposiciones del Ayuntamiento, donde permaneció por espacio de 9 años) hasta convertirse en un museo moderno, vuelto a inaugurar en la nueva sede de los Jardines del Real en 1999 con una notable ampliación de sus fondos y la incorporación de nuevas colecciones paleontológicas de ámbito europeo. El Museo y sus colecciones fueron reconocidos por la Consellería de Cultura en el año 1994. Desde esa fecha, forma parte de la red estatal de Museos.




El Museo de Ciencias Naturales, de titularidad municipal, se encuentra ubicado en el antiguo restaurante de Viveros, en los Jardines del Real, Viveros, obra racionalista del arquitecto Luis Gay, restaurado y adaptado como centro para la conservación, estudio y difusión del rico patrimonio científico y natural de Valencia.
Este trabajo ha sido autorizado por el Ayuntamiento de Valencia por decreto de la Concejal Delegada de Cultura, Doña María José Alcón Miquel.
La autorización concedida para este día, por Don Miguel Ángel Catalá.